Han pasado 35 años, tantos como entidades conforman hoy la federación autonómica de Plena inclusión. Un movimiento asociativo que no ha dejado de crecer, y que se ha ido profesionalizando, pero que no por ello ha
Han pasado 35 años, tantos como entidades conforman hoy la federación autonómica de Plena inclusión. Un movimiento asociativo que no ha dejado de crecer, y que se ha ido profesionalizando, pero que no por ello ha perdido su esencia: la unión de familias que se organizan para mejorar la calidad de vida de sus hijos e hijas, y que sean los protagonistas de su propio futuro.
A la vuelta del verano, Plena inclusión Aragón celebrará junto a la sociedad aragonesa los avances conseguidos. Pero también aprovechará esta efeméride para recordar lo mucho que queda para que las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo gocen de una ciudadanía plena y una vida autónoma. Y es que, como reza el lema de este 35º
El empuje de las familias, junto a las propias personas con discapacidad, sus profesionales de apoyo y el voluntariado, ha alcanzado hitos que a principios de los años 90 parecían inalcanzables. Hoy, nadie cuestiona que las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo son ciudadanas de pleno derecho. Pero, para llegar hasta este punto, se han dado muchos pasos intermedios.
Por ejemplo, se pasó de reclamar que la Administración tuviese la buena voluntad de brindar unos apoyos básicos a que estos fueran reconocidos como un derecho subjetivo de todas las personas con discapacidad. O, de cuestionar si tenían o no derecho a la educación, se pasó a exigir que la enseñanza sea inclusiva.
De un sistema de tutelas se transitó a otro de provisión de apoyos en la toma de decisiones. Sin obviar una de las grandes conquistas en materia de derechos de ciudadanía impulsadas por el movimiento asociativo de Plena inclusión, como fue el reconocimiento del derecho al voto de todas las personas, sean cuales sean sus capacidades.
Nada de esto se habría conseguido sin la unión de aquellas familias pioneras que plantaron la semilla de lo que hoy es Plena inclusión Aragón, ni sin el compromiso y la implicación tanto de la sociedad como de las administraciones públicas, ya que, sin los recursos necesarios, no hay derecho alguno que ejercer.
Pero ninguna conquista es eterna si no se continúa trabajando cada día para consolidar los logros y seguir avanzando en los nuevos retos. Hoy, igual que hace 35 años, necesitamos la unión para seguir adelante. Y esta no será posible sin un necesario relevo generacional, que tome el testigo de aquellas primeras familias y aporte nuevas miradas para que los modelos de atención evolucionen en paralelo a los apoyos que necesite cada persona a lo largo de su vida.