Se buscan familias acogedoras para personas con discapacidad intelectual en Osona

La Fundación Sant Tomàs lleva casi 30 años impulsando el proyecto Respir y ahora necesita renovar a los participantes. Andrea Reyes tiene 26 años y desde los 18 que acoge a personas con discapacidad intelectual

La Fundación Sant Tomàs lleva casi 30 años impulsando el proyecto Respir y ahora necesita renovar a los participantes.

Andrea Reyes tiene 26 años y desde los 18 que acoge a personas con discapacidad intelectual en su casa. Es una de las participantes en el proyecto Respir de la Fundación Sant Tomàs, una iniciativa que persigue mejorar la calidad de vida de las personas cuidadoras. Se trata de un proyecto que ofrece a las familias que tengan algún miembro con discapacidad intelectual la posibilidad de disponer de un descanso durante un período de tiempo acordado –sea un fin de semana o unas vacaciones. Desde 1994, año en que se puso en marcha el proyecto, ha habido poca renovación de las familias acogedoras y, por eso, ahora hacen un llamamiento para que se apunten nuevas. “Me llena mucho, aprendo mucho de ellos”, asegura Reyes, que anima a más familias a dar el paso.

El servicio Respir ofrece a las familias que tengan a algún miembro con discapacidad intelectual la posibilidad de disponer de un descanso de la función de cuidadores. Permite resolver necesidades puntuales de acogida, soporte puntual en la atención diaria, y soportes dentro del domicilio, entre otros. Una de las principales patas del servicio es la acogida temporal en familias. Es decir, se ofrecen estancias en familias acogedoras durante un período de tiempo acordado para que los familiares de la persona puedan disfrutar de unos días de descanso.

La Fundación Sant Tomàs fue una de las pioneras en Cataluña en 1994 al poner en marcha este servicio. Ahora, casi 30 años después, hacen un llamamiento a renovar a las familias acogedoras. «Algunas familias llevan haciendo acogimientos desde 1994 y, por eso, es importante que entren nuevas y se haga una renovación», ha explicado Abel Fontanet, director del área de recursos de apoyo a la comunidad de Santo Tomás. Además, la Covid-19 también descendió el número de personas voluntarias, aunque los datos se han ido recuperando y en estos momentos hay 29 familias acogedoras.

Fontanet explica que no existe un perfil de persona o familia concreta que pueda participar en el proyecto, sino que se mira en cada caso el mejor “encaje”. “Por ejemplo, si tenemos a una persona adulta con discapacidad que tiene interés en el teatro o el cine, buscaremos una familia acogedora mayor, que también le gusten las actividades culturales”, relata. Por el contrario, «si el usuario es una persona más joven, quizás nos interesa encontrar una familia que tenga hijos y que, de alguna manera, pueda participar de la dinámica familiar».

Las familias que se benefician del servicio pueden disfrutar de 15 días de acogimiento familiar al año y deben realizar un pequeño copago, mientras que el resto está subvencionado por la Diputación de Barcelona. Por otro lado, las familias acogedoras reciben una pequeña compensación económica para hacer frente a los gastos extraordinarios que puedan tener.

«Al principio cuesta dejar a tu hijo, pero después es fantástico para él y para nosotros»

Maria Àngels Escalé es la madre de Ernest, un chico con discapacidad intelectual de 27 años. Ella y su marido llevan unos diez años utilizando el servicio Respir. Admite que, al principio, no lo tenían del todo claro: “Primero nos costó un poco para que dejes a tu hijo con alguien que no conoces, pero luego ves que es fantástico tanto para él como para nosotros”. Escalé explica que su hijo, Ernest, está «muy enganchado» a los padres y, por tanto, poderle dejar algún fin de semana le ha ido bien para poder ir «desatándose».

Esta madre dice que, sin darse cuenta, las familias con hijos con discapacidad «van asumiendo la carga y responsabilidad y cuesta mucho tomar la decisión de dejar que alguien te ayude a cuidar a tu familiar». “Parece que quieras aparcarlo, pero no es en ningún caso esto”, expone Escalé.

«Una acogida es como tener un amigo en casa»

En el otro lado están las personas o familias acogedoras. Es el caso de Andrea Reyes, que realiza acogimientos junto a su pareja. Ella tiene 26 años y desde los 18 que participa en el proyecto Respir. Cuenta que empezó a hacerlo porque su hermana trabajaba en la Fundació Sant Tomàs, pero enseguida vio que era un proyecto que le llenaba mucho. “Una acogida es cómo tener un amigo en casa. Haces de todo con él. Sí que debes tener en cuenta que es una persona especial y que necesita tu apoyo, pero a veces nosotros también necesitamos apoyo”, explica Reyes.

Asegura que ella y su pareja aprenden mucho más de las personas que acogen que a la inversa. “He aprendido a tener mucha paciencia. Yo antes no tenía nada y, a medida que ir haciendo acogimientos, he mejorado muchísimo”, relata Reyes. También asegura que, una vez ha terminado el fin de semana, siente que no han estado unos días vacíos, sino que lo han llenado mucho.

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