La alicantina y la burgalesa, medallistas en los Juegos Paralímpicos de Tokio, se reinventan en el círculo de lanzamiento y en la piscina tras lidiar con los problemas de salud derivados de sus enfermedades neurológicas.
La alicantina y la burgalesa, medallistas en los Juegos Paralímpicos de Tokio, se reinventan en el círculo de lanzamiento y en la piscina tras lidiar con los problemas de salud derivados de sus enfermedades neurológicas.
El peaje que han tenido que pagar por el sobreesfuerzo para alcanzar el éxito ha sido elevado. Meses de dolores y problemas de salud derivados de sus enfermedades neurológicas tras poner sus músculos al límite. La atleta Miriam Martínez y la nadadora Marta Fernández, las dos únicas medallistas paralímpicas en Tokio 2020 de la Federación Española de Deportes de Personas con Parálisis Cerebral y Daño Cerebral Adquirido, han tenido que resetear y recomponerse para continuar persiguiendo sueños y rindiendo en sus disciplinas deportivas.
Están hechas de una pasta especial, demostrando una determinación inquebrantable y una capacidad fuerte para soportar las heridas y la adversidad. Ambas han coincidido en una concentración en el Tenerife Top Training, uno de los complejos deportivos de alto rendimiento más modernos de Europa para seguir con su puesta a punto y preparar los retos que se avecinan. Los más próximos, los mundiales de atletismo y de natación este verano.
Más de año y medio lleva sin competir Miriam, quien se ha reinventado desde el círculo de lanzamiento. En 2021 en la capital japonesa, el día de la ceremonia de inauguración, sufrió un brote de espasticidad que le dejó el cuerpo paralizado, por el daño cerebral que le sobrevino en 2018. Unos días después se armó de coraje, fuerza y resiliencia para colgarse una plata paralímpica en lanzamiento de peso categoría F36.
«Gané una medalla, pero lo pagué mucho con mi enfermedad. La vuelta de Tokio fue muy dura a nivel de salud, he tenido que trabajar a diario rehabilitándome y volviendo a empezar de cero una y otra vez. Con pasión, paciencia y amor por el deporte, para tener una vida plena y, sobre todo, para que el deporte ayude a que mi salud mejore. He conseguido aguantar todo un año y siete meses de trabajo en silencio y en la sombra, para ahora poder salir a la luz sin que me queme, por el gran trabajo que hemos hecho con el servicio médico», ha recalcado.
La alicantina, vigente campeona de Europa, tendrá que pasar por una clasificación en el Grand Prix de Jesolo (Italia) en mayo para saber en qué clase competirá a partir de ahora. De momento, también está probando a lanzar la jabalina en silla. «Han sido muchas horas y golpes, pero estamos en la pelea más que nunca, volver a entrenar es un regalo de la vida. Mi empeoramiento conlleva a un cambio de categoría y disciplina, pero es algo que se ha ido trabajando día a día, me he preparado muy bien física y mentalmente para lo que podía venir», ha afirmado.
«Tengo muchas ganas de competir, aún tengo que clasificarme, las prisas no acompañan, con todo esto he aprendido a ir paso a paso, pero siempre firme, con el objetivo de vida presente. Sigo teniendo la misma ambición, pero comedida en el sentido de que he salido de una situación de salud muy complicada y me queda camino por recorrer en mi enfermedad. El objetivo es llegar al Mundial de París y poder disfrutar de todo lo que se me ha privado durante este tiempo», ha apostillado.
Marta Fernández también lleva un tiempo arrastrando problemas físicos causados por la tetraparesia espástica con la que convive desde que nació. Ha tenido que adaptarse en la piscina, aunque su rendimiento sigue siendo espectacular. La triple medallista en Tokio -oro en 50 braza, plata en 50 mariposa y bronce en 50 libre- y bicampeona mundial el año pasado en Funchal (Portugal), hace unos días le dio un gran mordisco al récord del mundo en 50 mariposa S3 con un tiempo de 46.57 segundos, que estaba en manos de la mexicana Patricia Valle desde 2013 con 56.00 segundos.
La burgalesa, que ya poseía el récord en 50 mariposa S4 con 40.22, a principios de marzo pasó una revisión médica en las Series Mundiales de Lignano Sabbiadoro (Italia) y se confirmó que bajaba de clase debido a su enfermedad degenerativa. Ahora confía en firmar un buen campeonato del mundo en Manchester (del 31 de julio al 6 de agosto), como ya hizo en Madeira con dos oros, una plata y un bronce.
«Ha sido un gran comienzo en la nueva categoría, tengo muchas ganas e ilusión por llegar en la mejor forma. Cada Mundial es único y diferente, es muy complicado igualar los resultados del año pasado, como digo siempre las medallas no dependen solo de mí. Vamos a entrenar y a trabajar día a día para llegar en las mejores condiciones para lucharlo», ha añadido la nadadora.