El canadiense Patrick Anderson, considerado el mejor jugador del mundo, aporta su enorme calidad al Bidaideak con el deseo de seguir agrandando su palmarés y preparar los Juegos de París, que sería su sexta cita
El canadiense Patrick Anderson, considerado el mejor jugador del mundo, aporta su enorme calidad al Bidaideak con el deseo de seguir agrandando su palmarés y preparar los Juegos de París, que sería su sexta cita paralímpica
«ALGUNOS días sí, algunos días no», contesta Patrick Anderson cuando se la pregunta si se siente una leyenda del baloncesto en silla de ruedas, el mejor jugador del mundo. El jugador canadiense se incorporó en octubre al Bidaideak BSR en un fichaje llamativo porque no resulta sencillo que un deportista con ese palmarés recale en Bilbao. “Ya éramos un club conocido, pero Patrick nos ha puesto aún más en el mapa”, asegura Adrián Yáñez, el entrenador que tiene la oportunidad de dirigir ahora a uno de los mejores de la historia: “Tener con nosotros a una institución del deporte paralímpico es como haber ganado otro título. Estar siete u ocho meses con él es una gozada y hay que estar agradecidos de que nos haya elegido”.
Anderson ha llegado a Bilbao con 44 años, pero su relación con el baloncesto empezó después de que con nueve fuera atropellado por un conductor ebrio y perdiera las dos piernas por debajo de la rodilla. Con 18 años ya había debutado con la selección absoluta de Canadá y empezó a labrarse un palmarés enorme al que quiere poner broche en París el próximo verano. Eso y otras razones explican su fichaje por el Bidaideak, que el propio jugador detalla: “Mi mujer y yo tenemos tres hijos pequeños y queríamos vivir una aventura fuera de Estados Unidos. Al mismo tiempo, debía prepararme para el PreParalímpico de abril y para eso necesito jugar un mínimo de partidos y estar en un equipo competitivo. Busqué diferentes opciones y realmente nunca pensé en Bilbao, pero empecé a hablar con Asier García y otras personas como Matteo Feriani, que es el seleccionador de Canadá y entrenó en Bilbao hace unos años. Me convencieron de que iba a estar muy bien porque el club tiene una gran reputación y me aseguraron que es gente en la que puedes confiar dentro y fuera de la pista. Miré la plantilla, vi que había varios grandes jugadores y me pareció una excelente opción. Tuve claro que todo iba a encajar: el equipo, el club, la ciudad, el estilo de vida…”.
Su residencia habitual está en Nueva York y “allí entrenaba por mi cuenta. En los últimos años coincidía con Steve Serio, el capitán de Estados Unidos, pero él se fue a jugar a Italia y ya no podía medirme a nadie. Así que venir a Bilbao era casi una necesidad para no quedarme solo”. En su carrera ha habido varios parones para dedicarse a otros menesteres familiares y extradeportivos como la música que comparte con su mujer Anna, con la que forma The Lay Awakes, un dúo de pop acústico que suena bastante bien. Su último regreso fue en 2017 “y pensaba que Tokio iba a ser el final, pero el covid lo estropeó todo, perdimos en cuartos de final y no quería acabar la historia de esa manera. Quiero darme la oportunidad de llegar otra vez al menos a semifinales con los chicos jóvenes que tenemos ahora”.
No es la primera experiencia de Patrick Anderson en Europa ya que jugó en el Lahn Dill y el 99ers alemanes a comienzos del siglo, “pero era un poco aburrido porque había mucha diferencia con los otros equipos. En España es diferente, es una liga muy fuerte, con jugadores de muchas partes del mundo”. El canadiense admite que “podía haber elegido al Albacete, por ejemplo, que es el campeón de Europa los dos últimos años, pero me motivaba poder ayudar al Bidaideak a crecer y a llegar ser el mejor”. Después de tan enorme trayectoria, le gusta “seguir retándome a mí mismo y a los demás. Me encanta competir y hacerlo a mi edad lo siento como un privilegio y también como una responsabilidad”.
En esos retos le acompaña su familia, que ha encajado muy bien en Bizkaia. “No fue fácil encontrar un apartamento para seis meses. Miramos en Bilbao, en Getxo y por otros lugares. Encontramos uno en Urduliz y la verdad es que ha sido una gran elección. El ritmo de vida es más pausado que en Nueva York, tenemos cerca la playa y podemos ir con los niños cuando salen de clase. Nos encanta el estilo de vida de una ciudad pequeña. Y encima hace sol… Me habían dicho que llovía mucho, jaja”. Su día a día está enfocado al deporte y al aprendizaje del español, aunque la música no la ha dejado de lado. “Ahora soy 90% deportista y 10% músico. Pero hemos alquilado un piano y mi mujer puede seguir haciendo música. Espero tener tiempo para componer algunas canciones aquí, pero también hay que estar pendientes de los críos, que están siempre ocupados”, comenta alguien que tiene que moverse en silla de ruedas y aprueba lo que ha visto en Bilbao: “Realmente, la movilidad y accesibilidad en Bilbao no son muy diferentes a la de Nueva York. Hay metro, hay ascensores… La diferencia es que aquí hay muchas cuestas. En Nueva York todo es plano y puedes llevar al niño encima, aquí es imposible, uff…”.
Anderson busca un pase en el último partido ante el Getafe. JOSÉ MARI MARTÍNEZ
La trascendencia del fichaje de Patrick Anderson la define muy claramente su entrenador. “Es como tener a Messi, lo hace todo bien. En cada partido los rivales, los árbitros, los entrenadores, todos quieren hacerse fotos con él y a muchos les gustaría jugar con él si siguiera Patrick con nosotros”, subraya Adrián Yáñez, que echa en falta “más horas de vuelo, un mejor acoplamiento con Patrick”, que el propio jugador espera lograr. “Hemos jugado contra equipos que pueden hacer dos o tres quintetos y hemos estado muy cerca de ellos, pero perdimos y espero que hayamos aprendido. No es fácil para mí llegar a un equipo nuevo y hacer que todo funcione con un chasquido de dedos. Aún tenemos que conocernos más y que mejore la química en esos finales de partido para resolverlos a favor”.
Patrick Anderson no sabe qué va a ocurrir después de esta estancia en Bilbao, pero cree que será capaz de afrontar la retirada porque “tengo muchas otras cosas que me interesan”. “A lo mejor necesitaré un par de años de desconexión, pero te queda la responsabilidad de seguir aportando a esa pequeña comunidad que es el deporte paralímpico. Respeto a los entrenadores, pero me veo más como alguien que construya algo desde cero. Aquí tienen una escuela y gente ocupada en conseguir ingresos y eso está muy bien porque concede oportunidades de jugar a todo el mundo. Ellos son los verdaderos campeones de nuestro deporte. Esto es algo que no ocurre en muchas partes del mundo”, reflexiona la gran estrella del baloncesto en silla que ilumina Bilbao.
Patrick Anderson
Lugar de nacimiento. Fergus (Ontario), 22 de agosto de 1979.
Palmarés. Tres veces campeón paralímpico (2000, 2004 y 2012) y una vez plata (2008), con promedios de 21,8 puntos. Un oro mundial (2006) y dos bronces (1998 y 2002), con promedios de 21,2 puntos. Tres veces campeón de Europa de clubes con el Lahn-Dill entre 2004 y 2006. Fue nominado a los Premios Laureus en 2012 y recibió la medalla de diamante por el Jubileo de la Reina Isabel II en 2013.