“Hay que cambiar la concepción de la mujer y la discapacidad”

La piloto Lydia Sempere y las atletas Adi Iglesias y Desirée Vila fueron las protagonistas de una mesa redonda organizada por el CSD. “Vamos en la dirección correcta, pero somos inconformistas”, coincidieron. El papel de

La piloto Lydia Sempere y las atletas Adi Iglesias y Desirée Vila fueron las protagonistas de una mesa redonda organizada por el CSD. “Vamos en la dirección correcta, pero somos inconformistas”, coincidieron.

El papel de la mujer en el deporte paralímpico ha pasado de secundario a protagonista. Ellas les han robado el foco a ellos. Lydia Sempere, Adi Iglesias y Desirée Vila se han convertido en referentes para muchas niñas que sueñan con ser pilotos o atletas, gracias a su esfuerzo, el mismo que les ha hecho salvar muchos obstáculos. Algunos como la discapacidad, otros —incluso peores— como los prejuicios. Lydia maneja el volante en un mundo de hombres, el del automovilismo, y lo hace con una pérdida total de audición que lejos de frenarla, la ha hecho tomar impulso para derribar barreras. “Yo no he tenido referentes femeninos, cuando empecé me fijaba en Fernando Alonso. El deporte me hizo evadirme de mis problemas personales porque de pequeña sufría bullying. Es más, el deporte me hizo darme cuenta de que soy capaz de hacer lo que me proponga, me ha dado confianza y autoestima. Ha sido mi salvación”, explicó la alicantina durante su participación en la mesa redonda ‘Mujer y discapacidad’, organizada por el CSD en la Semana de la Mujer. Junto a ella, otras dos deportistas paralímpicas de primer nivel, las atletas Adi Iglesias y Desirée Vila. “Uña y carne”, como ambas confesaron entre risas.

Adi soñaba con correr ya desde su infancia en Mali, un país donde ser mujer y albina la ponía en serio peligro. Su historia, además de superación, es de supervivencia. “Corría desde los 7 años, pero no sabía lo que era el atletismo. Allí, siendo mujer y albina, no se nos permitía hacer deporte. Y cuando llegué a España estuve en protección de menores y tampoco podía practicarlo. Todo cambió gracias a mi madre adoptiva. Ella me ayudó y el deporte se convirtió en mi vía de escape. En el atletismo no dependo de mucha gente, memorizo las cosas y corro yo sola”, afirmó la atleta, que sufre una discapacidad visual. Su madre es una de esas mujeres que le inspiran y, en cuanto a referentes, el suyo también es un hombre: Bruno Hortelano.

Almudena Cid es el de Desirée Vila, que empezó con la gimnasia acrobática antes de volar en los saltos de longitud. La gimnasia le brindó muchos ejemplos en femenino, aunque Almudena le cautivó por su lucha. “Lo demostró cuando llegó a una edad en la que parece que no deberías seguir compitiendo, en la que la sociedad te lo quiere impedir, aunque tú rendimiento sea alto. La conocí tras mi accidente y me sentí identificada con su lucha. Mi retirada fue forzosa por la lesión y tuve que afrontar un duelo”, narró con esa naturalidad con la que acerca la discapacidad a los más jóvenes a través de sus redes. Una labor que la hizo merecedora de la medalla de oro al Mérito Deportivo. La gallega perdió una pierna por una negligencia médica y aún recuerda el papel que jugó el deporte en su recuperación. “Estaba muy nerviosa en el hospital y el doctor me dijo que no me preocupara, que podría tener hijos y una vida normal. ¡A mí eso me daba igual! Yo le pregunté si podría hacer deporte. Pude”, relató la ganadora de un diploma paralímpico en los últimos Juegos de Tokio.

Lydia, Adi y Desi abogan por la visibilidad y la educación para seguir avanzando en la igualdad. “Mi prima tiene 7 años, nació tras mi amputación y, cuando voy a buscarla al cole, le preguntan sus amigos por qué tengo una pierna de robot. Ella les explica que es porque hago atletismo y es para correr más que los demás. Entonces le insisten en por qué no las dos… ‘Pues porque eso sería trampa”, bromeó Desi, que tiene claro que aún hay mucho camino por recorrer: “Si haces una encuesta y preguntas por un deportista español, siempre es un hombre y sin discapacidad. Eso hay que cambiarlo”. Para favorecer esa integración, Lydia conduce su proyecto ‘Pilotar sin barreras’. Adi está estudiando Educación Infantil y Desi se vuelca con las redes: “Es mi herramienta”.

Estas deportistas están empoderadas y abrazan sus diferencias como un elemento enriquecedor. “Cuando hacía gimnasia tenía mucho brazo y ganaba a los chicos en los pulsos. Me llamaban ‘machorro’. Nunca pensé en tirar la toalla. Al principio escondía la prótesis porque mi cuerpo no era normativo. Me decía mi abuela que fuera discreta, que llevara un pantalón largo… Tenemos que cambiar la concepción de la mujer y de la discapacidad”, argumentó con fuerza. Ella no tiene en sus planes la maternidad, pero Adi parece dispuesta a compensar la media entre ambas. “Quiere tener cinco”, desveló sobre su amiga, que se colgó dos medallas en los Juegos de Tokio, los de su debut. La complicidad se respiraba en el ambiente. Así es como las tres deportistas coincidieron en que van “en la dirección correcta”, aunque quedan muchos kilómetros por recorrer. “Somos inconformistas”.

Lydia no ha vivido la sororidad porque ella es una pionera en su disciplina. “Me siento muy sola en ese aspecto. Me hubiese gustado encontrarme con más mujeres, pero no hay ni pilotos, ni mecánicas, ni ingenieras… Ojalá llegue porque la unión hace la fuerza”, manifestó, ante la admiración de sus compañeras. Ellas viven juntas en la Blume y se sienten familia. Ellas abordaron un tema tabú como es la menstruación. “Lo hablaba con otras compañeras, que lo viven como tú y es una suerte. Con la regla entrenas más flojo, pero la semana siguiente te afecta en positivo. Yo entreno en un grupo mixto y con otros deportistas sin discapacidad. Es la integración máxima”, expuso Desi, que advirtió sobre alguna cota aún por conquistar: “Faltan mujeres entrenadoras”. De ahí que el 8-M siga siendo necesario…

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