– María Montessori lo implantó hace más de un siglo en Roma combinando medicina y pedagogía para enseñar a niños “ineducables” Niños con discapacidad, niñas con altas capacidades e incluso menores de distintas edades. Juntos
– María Montessori lo implantó hace más de un siglo en Roma combinando medicina y pedagogía para enseñar a niños “ineducables”
Niños con discapacidad, niñas con altas capacidades e incluso menores de distintas edades. Juntos estudian y aprenden en centros que aplican un método de enseñanza innovador basado en la autoeducación y en el empleo de materiales manipulativos. Probar experiencias y compartirlas con los compañeros es el motor para asumir conocimientos sin importar las competencias de cada uno. Porque al final todos sacan su talento, incluso aquellos que antaño se consideraban “ineducables” y quedaban “abandonados por el sistema”.
“La neurociencia actual demuestra lo que María Montessori predijo con sus observaciones y su trabajo directo con niños vulnerables y discapacidad hace más de un siglo en Roma». Adaptando materiales y haciéndolos manipulables, enseñó a leer y escribir a pequeños con discapacidad a los que la sociedad de entonces arrinconaba.
Es la conclusión a la que llega Miriam Escacena, experta con más de diez años en el método Montessori y responsable de la web ‘Tu guía Montessori’. En una entrevista a Servimedia, explicó esta metodología en la que cada vez se forman más docentes y que, pese a tener tantas décadas de historia, se considera novedosa en el sistema educativo actual.
Se trata de una enseñanza especialmente enfocada para las primeras etapas educativas, que “combina medicina y pedagogía”, como combinó su creadora, con la que “no se segrega por año de nacimiento, se juntan niños de tres años consecutivos” y que hace que “cada niño se pueda adaptar a su ritmo en función de su desarrollo cognitivo, físico y social”.
Además, todos los alumnos tienen acceso en el aula a todo el currículo de forma simultánea, ya que está expuesto y a su alcance “con materiales manipulativos”, con el que construyen su aprendizaje “según sus intereses, no porque toque un tema”. “Se habla mucho de autoeducación, porque se trabaja mucho con manipulación sensorial, los materiales son autocorrectivos” y “los trasladan a su pupitre o al suelo” y se evalúa “diferente”, y “sin exámenes”.
“Los materiales tienen su propio control del error y la motivación es más grande por pequeños retos y acertijos. Se retan a sí mismos sin que tenga que haber un adulto dirigiéndoselo. Eso hace que sea muy estimulante y muy gratificante, tienen el sentimiento de logro, de ‘yo solito soy capaz’ y redunda en la autoestima”, prosiguió.
Además, se puede hacer un seguimiento personalizado, pues Escacena considera que se puede “acompañar mejor” al alumno, “sin hacerle sentir mal o fuera del grupo”.
Un niño aprende matemáticas con piezas de madera | Foto de Tu Guía Montessori
VUELTA AL COLE
Ante el inicio de curso, Escacena llama a padres y profesores lo que hizo María Montessori, que hagan “mucha observación”. “Es el método de la pedagogía científica, la observación nos permite ver el desarrollo de cada niño y sus necesidades. A veces no hay buena detección”, dijo en referencia, por ejemplo a que alumnos con altas capacidades “tienden a ser disruptivos y se les cataloga como con trastorno de déficit de atención e hiperactividad “y no encajan en el sistema.
“Las niñas con altas capacidades tienden a mimetizarse con el grupo, por sentimiento de pertenencia. Para los padres es un duelo, se diagnostica muy tarde y se pierden oportunidades de ayudarles con una atención más individualizada”, lamentó en un contexto en el que observa que parecen que está aumentando el número de niños con necesidades educativas especiales.
“No sé si hay más tasa, hay cada vez más detección precoz, o que haya niños con problemas de integración sensorial tenga mucho que ver la pandemia y la exposición a pantallas. Además, los índices de nacimientos prematuros han aumentado muchísimo, lo que hace que haya niños con más problemas y también más casos de niños con trastorno del espectro autista… No son niños normotipo, tienen dificultades para adatarse a la escuela y más con un método tradicional”, reflexionó Escacena.
Esta especialista tiene claro los porqués de este apogeo. “Creo que tiene que ver sobre todo con que la neurociencia avala cada vez más la eficacia de este tipo de enseñanza-aprendizaje. Tras más de dos siglos de sistema tradicional ya sabemos lo que no funciona y cómo podemos cambiarlo. Además, con el fomento de la enseñanza por competencias que marca la normativa europea y la nueva legislación, esta metodología ofrece muchísimos recursos para llegar a los objetivos con todo tipo de alumnado y que se produzcan las situaciones de aprendizaje necesarias en diferentes ámbitos y para llegar a las necesidades de cada uno de los alumnos”, explicó esta ingeniera reconvertida en guía Montessori que acaba de lanzar una nueva edición de un posgrado sobre esta metodología.
Una pequeña aprende las formas con piezas geométricas | Foto de Tu Guía Montessori
MENOS PRESIÓN AL ALUMNO
Victoria Martín, es especialista en Montessori y necesidades especiales. Se ha formado durante los últimos años en el Reino Unido y su trabajo adapta ambientes y materiales Montessori a las necesidades específicas de niños neurodivergentes. Es una gran defensora de la neurodiversidad y tiene especial interés en niños con doble excepcionalidad, quienes por ejemplo presentan un perfil de altas capacidades con TEA, TDAH o dislexia, por ejemplo.
En una conversación con Servimedia, Martín recalcó la importancia que tuvo el trabajo de María Montessori a partir de la influencia de dos médicos franceses que empezaron a trabajar con niños sordos y con poca visión, por lo que crearon materiales manipulativos. “Es un método científico, tiene mucha parte terapéutica, por eso atrae a tantos padres con niños con necesidades educativas especiales”, reconoció.
En el ambiente Montessori “la presión se reduce porque respeta el ritmo de cada niño, porque pueden repasar lo anterior volviendo al material y porque no hay competición y cada uno avanza a su ritmo”.
“Aprenden muchísimo unos de otros, pues al haber niños de distintas edades en el mismo ambiente se fijan muchísimo en los demás. Es un formato que no se tiene en la educación tradicional y es una pena”, subrayó.
Una niña apila cubos | Foto de Tu Guía Montessori
Para contribuir a ello, profesores como ella acostumbran a documentarse antes del curso de cómo es cada niño que va a tener como alumno. Pregunta a los padres antes de la vuelta al cole “lo que les gusta, su personaje favorito, cómo se calman” y les deja llevar algún juguete. Victoria hace una breve presentación con una fotografía que envía a los padres para que los pequeños sepan por adelantado cómo es ella “y se pongan en situación”.
También aconseja a que los escolares visiten la clase algún día antes “se les quite el miedo y se sientan seguros”. “Es un método basado en la conexión emocional, pues se trata de alumnos con niveles de ansiedad más alto”, de ahí que también las clases ofrezcan “libertad de movimiento” y tengan el patio o jardín muy accesible, por si necesitan salir de clase, y el ambiente “más calmado, aunque no totalmente silencioso”.
Martín propone trasladar ese ambiente flexible también al horario. “Siempre aconsejo que cuando han pasado tanto tiempo fuera de clase con las vacaciones, con tanto tiempo social que les cuesta mucho, que durante las primeras semanas de curso en casa se bajen las demandas un poco, con cariño y tiempo para que ellos se puedan recuperar. Incluso, también se pueden acordar las jornadas y que no tengan ocho horas de colegio, según sus necesidades”. Todo ello, defendió, tiene historias de éxito en alumnos con discapacidad, como probó hace más de un siglo su impulsora con los escolares «ineducables» de Roma, pero también para el conjunto del alumnado.