Pau, con síndrome de Down y sin especialista en Audición y Lenguaje en clase: “Que se respeten sus derechos es una lucha constante”

La madre de este chico de 15 años denuncia que debería recibir cinco o seis sesiones de este apoyo especializado a la semana, pero ni siquiera hay especialista en su instituto. Marta Rojo València23 SEPT

La madre de este chico de 15 años denuncia que debería recibir cinco o seis sesiones de este apoyo especializado a la semana, pero ni siquiera hay especialista en su instituto.

Marta Rojo

Marta Rojo

València23 SEPT 2025 6:00

Cuando nació Pau, sus padres ya sabían que su cuidado y su crianza iban a ser más complejas que la de la mayoría de niños. Siempre lo es cuando nace una persona con síndrome de Down. “Sabíamos que íbamos a dedicarle más tiempo y esfuerzo que a otro nene que no tuviera dificultades”, reconoce su madre, Hilaria García. Pero no se imaginaba otra lucha: la de velar para que se respeten sus derechos en el colegio y el instituto. Hoy, Pau, que tiene dificultades de expresión, va a clase a Segundo de la ESO en el IES Comarcal de Burjassot. Con el apoyo que le reconoce su grado de intensidad de la necesidad -alta- podría hacerlo en condiciones de normalidad. Debería tener, por ese nivel alto de necesidad educativa especial, cinco o seis sesiones de Audición y Lenguaje, su punto flaco, a la semana. Pero este curso no hay ningún especialista en el centro que pueda ofrecérselas. “Es un derecho, del mismo modo que tener un profesor de Inglés, y nadie entendería que un alumno pasara años sin un profesor de Inglés”, denuncia Hilaria.

“Pau tiene dificultades sobre todo en la expresión oral, aunque a veces también de comprensión o a la hora de estructurar oraciones”, explica su madre. No es el único en el centro, donde la familia tiene constancia de que hay alumnado con parálisis cerebral, trastorno del espectro autista (TEA) y otros supuestos de discapacidad intelectual. Todos ellos necesitan, y tienen reconocido en la normativa educativa según sus diferentes grados de necesidad, la ayuda de los profesores de Audición y Lenguaje. Desde Helix, una de las federaciones integradas en el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), explican que este tipo de maestros “facilitan la adquisición y desarrollo del lenguaje oral, la comprensión y la comunicación efectiva”. En este sentido, actúan como “puente” entre el alumnado con discapacidad y el currículo general, para garantizar la igualdad de acceso a la educación. Desde Helix confirman esta falta de profesionales de Audición y Lenguaje, por lo que denuncian las familias a las que atienden. “No se les está dando la totalidad de sesiones que se establecen en sus informes psicopedagógicos”, denuncian.

Tampoco se respeta la ratio

En el IES Comarcal de Burjassot, donde Pau va a clase, este año no hay maestro de Audición y Lenguaje. El año pasado, esa plaza la ocupó una persona contratada solo para un tercio de la jornada, con lo que el hijo de Hilaria estuvo recibiendo solo dos sesiones semanales de las cinco o seis que deberían impartírsele. Este año, directamente ninguna. Tampoco hubo educadora durante la mayor parte del curso pasado, hasta mayo, y ahora tienen a una profesional que debe encargarse de impartir esas sesiones en otro centro también, con lo que le es imposible llegar a ofrecer lo que está estipulado. Además, solo hay un profesional de Pedagogía Terapéutica en todo el centro que da a Pau cuatro sesiones semanales, pero no llega a todo. La ratio tampoco se está respetando: el grupo era originalmente de 30 alumnos, pero la inclusión de Pau como persona con discapacidad reduce esa cifra, que no debería superar los 27. Ahora, son 29. “En algunas asignaturas hacen desdobles, pero aún así es imposible para muchos profesores trabajar en esas condiciones”, destaca.

García, también de profesión especialista en Pedagogía Terapéutica, insiste en que la culpa no es del centro. “Se organizan como pueden para atender a los niños y el profesorado sufre muchísimo”, destaca. “Yo ya me conozco esta historia, no tendrán dinero desde Conselleria”, lamenta. Le duele por su hijo, pero también por la profesión que comparte: “Se les llena la boca con la inclusión, pero las más perjudicadas siempre acaban siendo las personas con necesidades especiales”, lamenta.

“Siempre hemos estado peleando”

El problema, además, viene de lejos. Tanto que “se repite cada curso”, desde que Pau inició su andadura educativa, con tres años. “Siempre hemos estado peleando por recursos, y siempre te van dando largas, te mandan de un sitio a otro”, lamenta. Hilaria ha escrito tantas cartas y redactado tantas reclamaciones que cree que ha dirigido misivas a “todos los cargos de la Conselleria”. Además, ha intentado movilizar a la inspección educativa sin respuesta.

“Cuando Pau recibe sus sesiones de AL mejora; tiene un lenguaje más elaborado y puede organizar mejor la estructura de las frases, por ejemplo, o conjugar mejor el sujeto con el verbo”, explica la madre. Por el contrario, empeora cuando no se le da esa atención. “Esto es pico y pala, no se puede dejar de dar atención durante un tiempo sin más, porque cuando no se trabaja se nota”, denuncia. Y, más allá de otras consideraciones, recuerda, es un derecho reconocido en la normativa. “No se plantearía la posibilidad de que no tuviera profesor de inglés, por ejemplo, pues de la misma forma, si tiene derecho a un profesional de Audición y Lenguaje, lo tiene que tener”, reivindica.

El paso a Secundaria, sin apoyos

No es lo único con lo que no ha contado Pau en momentos clave. El paso de Primaria Secundaria, el curso pasado, lo hizo sin apoyo de la figura clave del educador o educadora, que el centro no tenía el curso pasado. Como muchas persona con discapacidad o necesidades educativas especiales, Pau tiene dificultades con los cambios. “Fue complicado pasar desde el colegio, un entorno seguro, a un sitio completamente nuevo”, ha criticado. Pau sí tiene reconocida la figura del Pofesional de Asistencia Terapéutica Infantil (PATI), que se solicita a través de la Conselleria de Servicios Sociales. Le acompaña cuatro horas al día pero es una persona especialista en fomentar la autonomía personal, no en los retos a los que se enfrenta Pau en el aula.

“La falta de recursos va en contra del avance de nuestros hijos, de su desarrollo”, incide Hilaria. Como madre y como maestra, recuerda que al colegio, los alumnos con y sin necesidades educativas especiales van a aprender. “No se trata de que estén contentos, sino de que avancen como los demás”, recalca. Está cansada de que le pregunten lo mismo. “Me dicen ‘¿pero él está feliz?’, pero él también está feliz en el Bioparc, no se trata de eso”, concluye.

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